El sector gallego de la construcción naval vuelve a atravesar un período de incertidumbre, con dificultades en astilleros de la importancia de Barreras y Vulcano, en Vigo, o Navantia, en Ferrol. Las promesas incumplidas y las espectativas defraudadas vuelven a oscurecer el futuro de un ámbito laboral que en las últimas décadas vivió fases mejores y peores, pero que nunca recuperó la actividad que llegó a tener.
Hace unos meses se confirmó el fracaso de la operación de Pemex, ampliamente publicitada por el Gobierno gallego, pero que al fin y a la postre dejó apenas la construcción de dos floteles. Las promesas de construcción de catorce remolcadores (con la generación de 2.500 puestos de trabajo) y de una terminal de hidrocarburos en el puerto exterior de A Coruña (con una inversión de casi 60 millones) quedaron en nada y el pasado mes de marzo la compañía mexicana anunció su intención de deshacerse de su participación en el astillero vigués de Barreras.
Esta pasada semana Barreras celebró un consejo de administración para aprobar las cuentas de 2018, con las dudas sobre la construcción de dos cruceros para Havila. En cualquiera caso, parece que el adiós de Pemex es irrevocable, dejando tras de sí una estela de promesas incumplidas y, además, la sombra de la corrupción en la persona de algunos de los empresarios mexicanos artífices de la operación.