El Gobierno de Francia ha mostrado este sábado un talante más dialogante para aplacar el creciente descontento social por la reforma de las pensiones, que fue promulgada por el presidente, Emmanuel Macron, horas después de ser validada por el Consejo Constitucional. «Con humildad, respeto y atención debemos escuchar los miedos y enfados de nuestros compatriotas», ha dicho la primera ministra, Elisabeth Borne, quien ha acudido este sábado a la clausura en París del consejo nacional del partido presidencial, Renacimiento. Las declaraciones de Borne se producen horas después de que Macron sancionase la ley que eleva la edad mínima de jubilación de los 62 a años 64 años. Aunque tenía 15 días para promulgarla, lo hizo de manera casi inmediata, a las cuatro de la madrugada, un gesto que ha enfurecido a los sindicatos y a la oposición de izquierdas.