El pasado miércoles 2 de diciembre se proponían en el seno del CISNS (Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud) celebrado entre las comunidades autónomas y Ministerio, una serie de recomendaciones para la celebración de las comidas y cenas navideñas de los días 24, 25 y 31 de diciembre. Dicho Consejo establecía que el número de personas reunidas no debe, en ningún caso, superar un máximo de diez, salvo que se trate de convivientes. A la hora de establecer esta limitación se utilizan los términos familiares y “allegados”, y es éste último y su amplio abanico de posibilidades, donde se hace una invitación a la “barra libre” de acceso de personas en las celebraciones navideñas.
¿A quién hace referencia la palabra “allegado”? ¿Quién es y quién no?
Son varias las opiniones que consideran peligrosas y poco estrictas estas recomendaciones. Entre estas voces tenemos al titular de la Xunta, Alberto Nuñez Feijóo, quién considera que el número de diez personas allegadas supone un riesgo alto, al tiempo que insiste en el desconocimiento del significado exacto que a “allegado” da el Ministerio de Sanidad. Puntualizando que no debería haber reuniones de más de dos familias que convivan, juntas y considerando a los niños como un vector de menor riesgo que los adultos.
En la misma línea crítica se mostraba el presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, quien tachaba de error la inclusión de la palabra allegado, pues a su juicio permitía y justificaba cualquier tipo de desplazamiento y encuentro.
Al final lo que queda es la responsabilidad ciudadana y el saber que estamos “jugando con fuego”. Valorar si el riesgo a correr merece la pena y si el pasar unas Navidades diferentes a las de siempre, por una vez en la vida, se justifica en la cantidad de vidas humanas que puede salvar. Las respuestas parecen obvias.
Expertos en salud como el Dr. Juán Gestal, epidemiólogo y catedrático emérito de Medicina preventiva y Salud pública en la USC, advertían del riesgo que esto va a suponer. En declaraciones a Cuatro tv consideraba un despropósito que se permita la movilidad por el territorio nacional pues es como decir: “vaya usted a donde quiera”, aguardando tajante una corrección y considerándolo un fallo.
Otro aspecto a tener en cuenta, que no es cuestión baladí, está en el encaje legal de dichas recomendaciones. Tanto Feijóo como autoridades de Euskadi, Andalucía, Cataluña y Madrid indicaban que no tendrían que cumplir el acuerdo del CISNS. Por el contrario, el Ministro de Sanidad Salvador Illa recordaba su obligatoriedad, pues se circunscribe al marco de facultades que concede el estado de alarma al CISNS para tomar acuerdos de “obligado cumplimento”.
Según opinión del Juez Vázquez Taín, el problema estriba en que en teoría si son de obligado cumplimiento, pero para ello es necesario que cada comunidad publique una resolución o decreto de la entidad correspondiente para su aplicación. En el caso de Galicia en el DOG, que debe establecer el desarrollo de los medios legales a tal fin.
Pero tras todo este caos y maremágnum de recomendaciones, con encajes legales efectivos o no, eufemismos y términos de amplísima trayectoria, donde “allegado” se lleva la palma, se esconde una manifiesta inoperancia en la que los políticos no se atreven a decirnos a las claras lo que los expertos demandan, que no es otra cosa que no nos reunamos. Que el riesgo es enorme y el coste en vidas va a ser altísimo. Además de servir en bandeja de plata una tercera ola que puede poner en jaque nuestro sistema de salud.
El control de las recomendaciones no solo es imposible, sino también de escaso rigor y poco estricto. En realidad, nos están dando vía libre para hacer lo que queramos pues no se atreven a coger las riendas y tomar decisiones por la impopularidad de las mismas. Algo que a un gobierno le debería dar igual. Siempre y cuando lo que busque conseguir es el bien común y la implementación de unas medidas encaminadas a salvar vidas.
Ejemplos recientes tenemos en EEUU donde la celebración de Thanksgiving (día de acción de gracias), que en la cultura americana compite en importancia con nuestra Navidad, ha dejado un reguero de hospitalizaciones masivas a consecuencia de los millones desplazamientos.
Pues bien, es de obligada exigencia contar con gobernantes que gobiernen, que escuchen a verdaderos expertos y en función de esas opiniones versadas, actúen. Olvidando encuestas, carreras de popularidad, y réditos electorales.
ALEJANDRO LUIS OTERO JAMARDO