A consecuencia del seísmo, muchos edificios e infraestructuras sufrieron graves daños provocando cortes de agua y electricidad además de bloquear carreteras. Esto acontece en medio de una ola de frío extrema, los equipos de rescate temen que las bajas temperaturas, de hasta -14 grados centígrados, dificulten las tareas de auxilio, según un testimonio de un rescatista citado por la revista china Newsweek, que también apunta a complicaciones para acceder a las regiones montañosas afectadas por el seísmo, de magnitud 6,2, y que tuvo su epicentro en la frontera entre las dos de Gansu y Qinghai. Se desplazaron más de 2.000 bomberos para las tareas de alivio tras el seísmo, que dañó más de 150.000 casas en la zona de Jishisan, a lo que hay que sumar interrupciones en el suministro de agua, comunicaciones y electricidad. También las fuerzas armadas participan en las operaciones de rescate y alivio, para las cuales Pekín asignó uno monto de 200 millones de yuanes (alrededor de 28 millones de dólares, 25 millones de euros).