El 9 de mayo de 2003, cuatro meses después de ser nombrado por Manuel Fraga Conselleiro de Política Territorial, Alberto Núñez Feijóo colocaba la primera piedra de las obras del Corredor del Morrazo, una vía rápida de un carril por sentido, anunciando que aquella era a “primeira fase” de su futura conversión en autovía con dos carriles por sentido. Este viernes, 14 años después de finalizarse aquella obra, Feijóo inauguró la prometida duplicación en autovía de 11 kilómetros de aquel Corredor previo, una actuación que su primer Gobierno anunció en 2010 que estaría en 2015 pero que se demoró cuatro años más por su incorrecta planificación. Los 8 años ahora empleados para desdoblar en autovía 11 kilómetros del Corredor del Morrazo vienen a batir el récord de los mismos 8 años que le llevó a la Xunta construir 27 kilómetros de la Autovía de la Costa da Morte, prometida tras el Prestige pero no inaugurada hasta 2016 tras un historial similar de errores en su planificación. Aquella primera piedra que el conselleiro Feijóo colocó en las obras del Corredor del Morrazo en 2003 fue la concreción de un trabajo previo de planificación de la infraestructura por parte de su antecesor, Xosé Cuiña, que a pesar de diseñar inicialmente una vía de un carril por sentido dejó ya expropiados buena parte de los terrenos necesarios para una futura ampliación a autovía. El corredor inicial ya no sería inaugurado por Feijóo sino por el bipartito pocos meses después de llegar a la Xunta en 2005, y solo cinco años más tarde, en 2010, con el PP de nuevo en el Gobierno gallego, varios accidentes con 8 muertos y un tráfico cada vez más elevado evidenciaron que la vía quedaba obsoleta y llevaron a tomar la decisión de su desdoblamiento. Los ocho años pasados entre la primera licitación de la obra y el final de los trabajos en los 11 kilómetros de la Autovía del Morrazo vienen de suponer un nuevo récord de lentitud de una obra de la Xunta tras los mismos ocho años que también le llevó finalizar en 2016 los 27 kilómetros de la Autovía de la Costa da Morte tras su primera licitación en 2008. Esa infraestructura había sido prometida tras el hundimiento del Prestige en 2002 y licitada tres veces tras sucesivos fracasos de los dos primeros concursos. Finalmente la vía, que iba a tener 42 kilómetros, fue recortada a 27 por la incapacidad de la concesionaria para acometer toda la obra. Unos trabajos que costaron unos 200 millones de euros pero por los que la Xunta tendrá que pagar unos 600 millones a lo largo de los próximos 20 años por el modelo de colaboración público-privada elegido para ella.