Las noticias falsas, conocidas popularmente por su acepción en inglés, fake news, son un tipo de bulo consistente en un contenido pseudo-periodístico, el cual se difunde a través de prensa escrita, radio, televisión, portales de noticias en internet y redes sociales con el objetivo claro de lograr desinformación.
La clara intencionalidad del engaño, manipulación, inducción al error, desprestigio o enaltecimiento de una persona, institución, entidad, etc, es notoria y manifiesta. Así como la obtención de ganancias económicas, políticas o de poder son sus señas de identidad más evidentes. Funcionando sin control, y cada vez con mayor intensidad y virulencia.
El enorme desarrollo reciente de las tecnologías de la información, su propagación e inmediatez son herramientas muy preciadas a la hora del avance de estos bulos de la posverdad. Constituye una seria amenaza a los medios de comunicación serios y al rigor de periodismo profesional.
Durante la campaña electoral de EE.UU, las noticias falsas tuvieron mayor número de interacciones en redes sociales como facebook que las verdaderas. De los 22 millones de estas, la mitad guardaban relación con el combate final por la presidencia americana entre Trump y Clinton.
La hemeroteca guarda varios ejemplos a tal fin. En octubre de 2016 aparecía información sobre el hallazgo de miles de votos fraudulentos a favor de Clinton en un almacén de Ohio. La CNN recogió que una de las webs que difundió esta fake alcanzó 6,1 millones de lectores. También apareció el apoyo del Papa Francisco a la candidatura de Trump. Así como el ofrecimiento del actual presidente americano de viajes de ida de avión gratis, con destino a México y África para quienes quisieran abandonar voluntariamente EE.UU. Todas estas noticias resultaron ser falsas.
Recientemente tenía lugar en Madrid un Foro sobre las fake news. Organizado por la Oficina del Parlamento Europeo en España, junto con la Alianza de Medios Líderes (LENA), tenía por objeto analizar las consecuencias de las noticias falsas y hablar de cómo combatirlas en Europa, para de este modo evitar que esparza sus efectos nocivos y partidistas.
Y es que las consecuencias de las fake news son altamente peligrosas no sólo para el correcto desarrollo de la actividad periodística sino también para la democracia y sus valores intrínsecos.
Según un estudio del” Massachusetts Institute of Technology”, las fake news llegan a mucha más gente que las verídicas. Además pueden alterar el criterio para distinguir entre lo que es cierto y lo que no dentro de la información. Aproximadamente el 86% de los españoles no es capaz de diferenciarlo con claridad.
Para combatir las consecuencias de todo esto es necesario el establecimiento de nuevas reglas para aplicar en las plataformas digitales. Algo que hasta hace bien poco contaba con un rechazo mayoritario y que ahora mismo está tornando como herramienta fundamental.
La cantidad cuasi ilimitada de contenido provoca la viralización( propagación masiva) de algunas de estas “informaciones”. Por si esto fuera poco, las cifras de visualizaciones superan con creces a la de reportajes de gran calidad y enorme rigurosidad. Esto ha llevado a que redes sociales como facebook o twitter hayan reaccionado y cuenten con sus propios iconos y señales donde se alerta acerca de esta supuesta información.
La previsión para el 2022 es desalentadora, pues se cree que habrá más noticias falsas que verdaderas. Asistimos por tanto a un problema de manipulación global. El 60 % de los españoles cree saber distinguirlas pero la realidad es bien distinta puesto que tan solo el 14% es capaz de hacerlo. Además, los medios que se emplean para la detección de una fake se fundamentan en su irrealidad, el medio de comunicación al que se circunscribe la supuesta noticia y al ornamento de titulares alarmistas y en algunos casos, ridículos.
Otro aspecto negativo destacable es la existencia de agencias especializadas para la difusión de la desinformación, las cuales tienen mayores visos de éxito que el usuario particular. Cuentan con financiación poderosa y sus objetivos de ganancia económica o poder político las hacen realmente tóxicas.
Para devolver la credibilidad es fundamental crear contenidos de calidad y apoyarse en el complemento de la noticia con videos o todo aquello que sirva para el aumento tanto del rigor como de la ausencia de dudas en la percepción de la veracidad.
La batalla se presenta dura. La sutilidad y el incremento del éxito de las fake hacen que en los próximos años nos tengamos que enfrentar ante uno de los mayores cánceres a los que el periodismo se tenga que enfrentar. Y que el futuro pase por su correcta extirpación. No va a ser fácil, el enemigo es muy poderoso.
ALEJANDRO LUIS OTERO JAMARDO