Bombardeos contra edificios, ataques sin descanso contra milicianos y, en general, un feroz asedio a toda la Franja de Gaza, privada de electricidad, alimentos y carburante mientras dure la guerra. La respuesta israelí al ataque de Hamás va cobrando fuerza.
El lunes seguía habiendo combates en Israel, pero las fuerzas de este país parecen tener claro que el objetivo final está más allá de sus fronteras, y así lo hacen notar. Todo ello con los civiles como las principales víctimas de un conflicto que dura décadas y cuyo final es imposibe de divisar.
Ahora mismo el balance provisional es de 900 israelíes y unos 600 palestinos muertos, incluidos 140 niños, desde el sábado. Hay miles de heridos y más de 100 ciudadanos y soldados israelíes siguen siendo rehenes de los islamistas.
La guerra es un hecho. Los cohetes palestinos siguen sembrando el pánico en las ciudades israelíes, donde se viven escenas hace unos días del todo inimaginables. Hamás ha disparado más de 4000 cohetes, desbordando las defensas israelíes y perforando su reputada Cúpula de Hierro.