- Las fuertes corrientes moldearon y pulieron todo tipo de cristales hasta convertirlos en granos de arena.
La playa de los cristales de Laxe es una pequeña cala con arena de vidrio que evidencia el poder transformador del mar. Las corrientes pulieron a lo largo de los años miles de fragmentos de cristal procedentes de una antigua escombrera próxima y crearon un espacio singular, una parada obligada en el Camino de los Faros. Ya nadie la llama la playa de los Botiños por su nombre original. Hace años que esta pequeña cala ubicada al oeste del cabo de Laxe es la playa de los cristales. El fondo del mar de esta playa es verde, y no es obra de las algas. Lo mismo ocurre con la arena que no es ni fina, ni blanca ni dorada, de hecho, no es ni siquiera arena. Lo que hoy pisan los pies de los vecinos de Laxe son miles de botellas de vidrio procedente de un vertedero próximo alimentado durante décadas por los escombros de esta localidad. Las mismas corrientes que hacen peligroso el baño, se encargaron -durante años- de pulirlos deshechos hasta devolver a la tierra pequeñas motas de colores vivos, inofensivos, resplandecientes. Un ejemplo de como la naturaleza se encarga de crear hasta en las situaciones más inverosímiles. Hace unos días la playa de los cristales apareció en la revista de viajes de la National Geographic. El tesoro de los vecinos de Laxe es un lugar en el que detenerse en el Camino de los Faros, doscientos kilómetros a pie entre Malpica y Fisterra, siempre con el mar dominando el paisaje. Ocho etapas para descubrir a pie la belleza de la Costa da Morte.