El 22 de septiembre, coincidiendo con el Día mundial sin coches, el Colectivo de vehículos de movilidad personal VMP, tienen previsto realizar manifestaciones simultáneas en las ciudades de León, Albacete, Murcia, Málaga, Sevilla, Barcelona y Madrid, ante la propuesta de normativa presentada por la DGT, la cual pretende acabar con el limbo normativo en el que se encuentran los patinetes eléctricos.
Hoy en día, el uso de los patinetes eléctricos está regulado por las Ordenanzas municipales, todas diferentes, por lo tanto, carente de una uniformidad que de seguridad normativa. La ausencia de un marco general produce desconocimiento y uso inapropiado de estos VMP.
Pero, ¿cuáles son los motivos del descontento de este colectivo ante esta futura nueva normativa? Por una parte la limitación a 25 Km/h que provoca el fin de muchos modelos de patinetes ya existentes y en circulación. Por otra parte, el hacer inviable el uso del patinete eléctrico como alternativa a los desplazamientos en coche fuera del núcleo urbano. Existe la falsa creencia que los trayectos utilizando este medio, son cortos, y la realidad es que, la mayoría, superan los 5 km.
La petición de colectivo VMP es que tengan la misma consideración que una bicicleta con el consiguiente permiso para circular por todos los carriles bici y también calzadas, más allá incluso, de las limitadas a 30 km/h. Limitación existente en la actualidad, por ejemplo, en el Ayuntamiento de Madrid.
Otro frente abierto es la propuesta de creación de un carnet específico, con examen y uso de casco obligatorio. Previsiblemente no gustará, pero aun no hay pronunciamiento específico sobre este asunto concreto.
La norma que rige en la actualidad es la obsoleta del 2005, que hace referencia a patinetes sin motor y que concede permiso para circular por las aceras. Llegados a este punto es cuando surge el conflicto entre viandantes y usuarios de patinetes eléctricos. Mientras que los primeros circulan a una velocidad estimada de 5km/h los segundos circulan entre 20 y 30 Km/h. Las quejas de los viandantes son claras. Los invidentes, por ejemplo, consideran que están siendo expulsados de las aceras y las personas mayores y de movilidad reducida también ven peligrosa esta cohabitación y el compartir mismo espacio. Baste recordar que en el pasado 2018, según el fiscal coordinador de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas, se produjeron 273 accidentes, en 44 ciudades españolas. De estos, 203 fueron producidos por los patinadores. Hubo 5 víctimas mortales.
La primera víctima mortal fue Berta, de 90 años, quien falleció en Esplugues de Llobregat el 13 de agosto del 2018, arrollada por un patinete eléctrico, manejado por un joven mientras consultaba su teléfono móvil. Desafortunadamente la mujer cayó al suelo y se fracturó la cabeza, falleciendo días después en el hospital. El incidente se ha saldado, en principio, como delito leve de imprudencia, lo cual conlleva sanción pecuniaria ergo multa. Al parecer y a pesar de las trágicas consecuencias, quedo demostrado que circulaba a 10Km/h. Aún así, la juez rechazó dar carpetazo y ha dictado un auto que encauza el proceso por la vía de delito leve.
De continuar el avance de los patinetes eléctricos al ritmo que tiene en estos momentos, se estima que el número de accidentes y fallecidos podría triplicarse, existiendo la posibilidad estadística de llegar a 17 muertos.
Es pues, hora de actuar con el objetivo de poner freno a los accidentes de VMP en las aceras, debido a que la incompatibilidad entre viandantes y patinadores es clara y manifiesta. Así mismo, se debe explorar la vía para que los usuarios de patinetes eléctricos dispongan de seguridad y uniformidad jurídica, y que puedan utilizar sus vehículos sin riesgo, ni con la vida de los demás ni con la de ellos mismos. Cómo, cuando y donde deben y pueden circular debe ser tratado con el máximo cuidado y diligencia, nos enfrentamos a un nuevo modelo de transporte que debe ser analizado con sumo rigor para minimizar su impacto. Si conseguimos un encaje correcto puede ser una interesante alternativa al uso del coche, y, a su vez, un modelo ecológico, no contaminante.
ALEJANDRO LUIS OTERO JAMARDO