Pedro Sánchez desarrolló ante el empresariado catalán una defensa de las potencialidades económicas de España en el mercado global sumando esfuerzos y sinergias.
“La política fiscal que nosotros hagamos será una política fiscal alineada con un objetivo vital para nuestro país, que es el crecimiento económico. Por lo tanto, crecer para redistribuir”, dijo Sánchez.
El presidente del Gobierno en funciones evitó declaraciones explícitas sobre la situación política y empresarial de Cataluña. Pero su discurso estuvo sembrado de alusiones indirectas: “España, en definitiva, es una democracia consolidada con un poderoso y ejemplar Estado social y democrático de derecho, que supo descentralizarse, que supo compartir soberanía, que comprendió que vivimos en un mundo en el cual lo que no podemos hacer es erguir falsos muros o fronteras en un mundo cada vez más globalizado”.
Sánchez centró su discurso en una agenda del cambio para los próximos cuatro años, enfocada (según explicó) en la economía sostenible, en el crecimiento con justicia social y en la transparencia institucional.