Alemania inauguró este sábado su primera terminal flotante de Gas Natural Licuado (GNL), tras la llegada al puerto de Wilhelmshaven del buque «Hoegh Esperanza» procedente de España y dentro de la estrategia de la primera potencia europea para cortar su dependencia del gas ruso.
El canciller Olaf Scholz, su ministro de Economía y Protección del Clima, Robert Habeck, y el de Finanzas, Christian Lindner, así como el jefe del gobierno regional de Baja Sajonia, Stephan Weil, presidieron la apertura formal de la terminal, a unos 3 grados bajo cero y en medio de una gélida niebla.
«Es la primera de las cinco terminales de GNL previstas para sustituir el gas ruso y garantizar que ningún hogar queda sin suministro», destacó Scholz, en una breve declaración. «Lo hemos construido en un tiempo récord, exponente del nuevo ‘ritmo alemán’ en la toma y ejecución de decisiones», añadió.
La expectación mediática era más que notable. También lo fue el despliegue policial, ante las críticas de organizaciones medioambientales contra la instalación de esa infraestructura, a la que seguirán otras cuatro terminales en distintos puntos del litoral norte y báltico alemán.