En Georgia, la oposición le gana el pulso al Gobierno sobre polémica ley de «agentes extranjeros», aprobada en primera lectura por el Parlamento y denunciada como un instrumento diseñado para reprimir a la disidencia. Las multitudinarias movilizaciones, que han dejado 130 detenidos, han obligado al partido gobernante Sueño Georgiano a dar marcha atrás con la llamada «ley rusa», que pretendía reprimir a activistas, medios y ONGs.