Ciudadanos ucranianos, civiles, que entrenan a las afueras de Kiev ante una posible invasión rusa, no son soldados profesionales, pero defenderán el país si así toca hacerlo. Entre ellos hay arquitectos, comerciantes, investigadores, que emplean sus fines de semana en aprender a manejar Kalashnikovs, lanzar granadas, y en definitiva, estar preparados para lo que tenga que pasar. La situación en la frontera les convierte en reservistas.
Al otro lado de la frontera, donde según Kiev hay desplegados más de 100.000 soldados rusos, también hay simulacros, en este caso de rechazo de ataques aéreos, con cerca de 1000 militares y casi 200 unidades de armas, equipos militares y especiales. Vladímir Putin ya ha dejado clara la postura de Moscú y su deseo de que la OTAN, a la que considera culpable de esta situación, deje de expandirse hacia el este. Y aunque cuenta con el apoyo de la mitad de sus ciudadanos en este asunto, eso no significa que estos deseen una guerra.
Está previsto que Moscú, Washington y la OTAN comiencen sus conversaciones de acercamiento a partir del 10 de enero. A la espera de que eso suceda, los ciudadanos de uno y otro lado confían en que los actuales juegos de guerra se queden simplemente en eso.