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Pekín se vio obligada a dar explicaciones tras las declaraciones del embajador chino en Francia sobre la soberanía de los países de la antigua Unión Soviética (URSS). El escándalo estalló a raíz de una entrevista con el embajador, Lu Shaye, en donde cuestionó el estatus de los Estados que declararon su independencia durante el colapso de la URSS. China aclaró que respeta la soberanía y la integridad de todos los Estados miembros de la ONU. Los comentarios de Lu provocaron polémica en las redes sociales hasta el punto de que el alto representante de Exteriores de la UE, Josep Borrell, los calificó de «inaceptables» a través de Twitter. Y más tarde el presidente francés Emmanuel Macron se unió a la condena.