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Tras doce años suspendido, el país aún en guerra fue de nuevo aceptado por la organización de Estados Árabes y el Magreb. Siria llevaba apartada de este grupo desde el año 2011, como consecuencia de la represión de su presidente, Bachar al Asad, contra las protestas prodemocráticas y la posterior guerra civil desatada. La noticia no ha dejado de levantar polémica. Para la organización Campaña por Siria, la decisión de la Liga Árabe supone «un duro revés para la Justicia y los derechos humanos en toda la región», ya que «blanquea las atrocidades del régimen de Al Asad». La reincorporación, alertan, «ni traerá estabilidad ni resolverá la crisis de refugiados».