La solidaridad y la política se impusieron a la música en el festival de Eurovisión. Ucrania se hizo con el codiciado micrófono de cristal, que no es el único premio por la victoria. También se llevan el regalo, a veces envenenado, de acoger la gala de la próxima edición. Y Ucrania confía en poder hacerlo en una «Mariúpol libre, pacífica y reconstruida», según ha dicho el propio presidente Volodímir Zelenski, quien ha celebrado que «el valor de Ucrania impresiona al mundo». Esta es la tercera victoria de Ucrania en el mayor festival de música en Europa tras las ediciones de 2004 y 2016, dos años después de la anexión de la península ucraniana de Crimea por parte de Rusia. Desde la destruida Ucrania, la noticia se ha acogido con orgullo y esperanza. La Radio Televisión Pública Española (RTVE) se ha ofrecido a organizar el certamen de 2023 si Ucrania no pudiera hacerlo.
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