Alrededor de 150.000 personas han marchado en Minsk, al igual que en ocasiones previas, sin la autorización del ayuntamiento.
Según la policía, ha habido al menos 250 detenciones. En algunos casos por llevar banderas prohibidas o pancartas con insultos a las autoridades. Los manifestantes se han dirigido a la residencia de Alexandr Lukashenko, que ha sido fuertemente blindada.
Los reclamos siguen siendo los mismos: la renuncia del presidente, la repetición de las elecciones que le dieron como ganador el pasado mes de agosto y la liberación de los presos políticos, entre los que está la carismática María Kolésnikova.
El lunes esta previsto un encuentro entre Lukashenko y Vladímir Putin, que le ha prometido ayuda del Kremlin en caso de que la necesite. La Unión Europea y Estados Unidos ya han anunciado sanciones, tras las dos mil detenciones desde el inicio de las protestas y las denuncias de torturas. Los analistas consideran que el giro hacia Moscú de Lukashenko le puede servir al Kremlin para que Bielorrusia quede definitivamente dentro de su área de influencia.