- Los expertos aconsejan ir a Urgencias siempre que existan dudas o se observe que algo ‘no va bien’
- Las dudas sobre si visitar o no las Urgencias Pediátricas aparecen especialmente en padres primerizos
Fiebre, tos, vómitos o diarrea son los principales motivos por lo que uno decide llevar a su hijo a urgencias pediátricas. Los expertos aconsejan ir a urgencias cuando se observe una situación sospechosa.
Son pocos los síntomas por los cuales uno debe acudir a un servicio destinado a «urgencias» en vez de a una consulta médica ordinaria, pero no siempre está claro qué es una urgencia y qué puede esperar a una cita con el pediatra.
“La experiencia es uno de los criterios que mayor influencia tiene a la hora de determinar la visita a Urgencias, pues la preocupación disminuye cuando ya se conocen los síntomas y se ha lidiado con ellos en otras ocasiones”, explica el Dr. Orenci Urraca, jefe del Servicio de Urgencias de Pediatría del Hospital HM Sant Jordi.
Con el tiempo y la práctica, los padres van aprendiendo a manejar los síntomas de las enfermedades más comunes en la infancia. El problema surge cuando se enfrentan a síntomas nuevos, poco habituales o desconocidos, lo cual ocurre con frecuencia en el caso de los padres primerizos.
La fiebre es el motivo principal de consulta en Pediatría. En este caso “la valoración del especialista es absolutamente necesaria y debe buscarse de manera inmediata en los bebés de menos de un mes y durante las primeras 24 horas en los menores de 2 años, sobre todo si supera los 39,5 ºC axilares. No obstante, antes de acudir a Urgencias, debería administrarse un antitérmico en el domicilio”, explica el Dr. Orenci Urraca.
En el caso de la tos es recomendable ir a Urgencias si ésta se acompaña de dificultad respiratoria o sensación de ahogo así como en el caso de tos ‘perruna’ y nocturna o tos acompañada de fiebre. También se debe acudir en caso de diarrea, vómitos repetidos o dolor abdominal que persiste durante horas o si es intenso, localizado o va acompañado de vómitos. Al igual que ante traumatismos craneales –sobre todo si se han producido desde una altura superior a la del cuerpo–, o de extremidades si el dolor se mantiene durante más de una hora o existe inmovilidad de la articulación.