En el inicio de la II guerra mundial, Alemania consiguió adueñarse de gran parte de Europa gracias a la utilización de la blitzkrieg (guerra relámpago) con la que conseguía sorprender al enemigo con la concentración de armas ofensivas en un frente angosto. Tanques, artillería y aviones, en perfecta combinación, conseguían acabar en un corto período de tiempo con la resistencia de ejércitos bien preparados y pertrechados.
De esta bélica manera, pero con modos y objetivos distintos, en un viaje relámpago, de corta duración pero muy intenso, partían el lunes 24 de febrero desde Santiago de Compostela, 19 troyanos con la cruz de Santiago en la capa y su beca color granate Fonseca en el pecho, con destino a Madrid. Sustituyendo los aviones Masserscmitt de la Luftwaffe por los trinos suaves y delicados de laúdes y mandolinas, la fuerza atronadora de los tanques Panzer por la consistencia de la percusión, gaita y acordeón, así como la eficacia de la soldadesca de la Wehrmacht por los latentes y rítmicos bordones de las guitarras, en una armonía y atmosfera envolvente que generaba súbita magia. Todo ello aderezado con la gran calidad vocal de los solistas, bien acompañados por las empastadas voces de los coros troyanos. El objetivo era rendir los corazones de Madrid, con música, con amor, con galeguidade y buen gusto, en contraposición a los valores de la ignominia de la injusta guerra que asoló el mundo entero entre 1939 y 1945, en una irónica contraposición e inimaginable comparativa. Parafraseando a Lugín, en un miserere absurdo.
La efeméride tenía lugar en la delegación que la Xunta de Galicia tiene en la capital de España, en el marco del acto de concesión del premio José Antonio García Reneses a los valores de la tuna, por el respeto y trabajo por la conservación y promoción del patrimonio cultural de nuestra hermandad universitaria y como homenaje a Pérez Lugín, en el 150 aniversario de su nacimiento.
Previamente se proyectaba el documental, La Compostela de la Casa de la Troya, protagonizado por Suso Martínez, dando vida a la muy troyana figura del espectro de Manuel Casas, escritor, periodista y por tres veces alcalde de A Coruña, quien en la noche de difuntos le muestra a Xaime, un niño de hoy en día, como era la Compostela en tiempos del mítica novela (fines del s. XIX, principios del s. XX).
A continuación, Benigno Amor, Vicepresidente del Patronato Casa de la Troya, recogía de manos de Francisco Javier Sánchez el premio José Antonio García Reneses, con gran emoción y alegría.
Posteriormente llegó el turno de los discursos, donde diferentes personalidades muy vinculadas con la tuna y su mundo, glosaron sobre los valores universitarios de la misma, centrándose en el ejemplo que Santiago y la Casa de la Troya aportan con su particular universo luginiano.
Finalmente tuvo lugar el esperado concierto de Troyanos de Compostela, donde el grupo musical constituido por los miembros de la Asociación de antiguos tunos compostelanos, haría un repaso de las músicas que sonaban en Compostela en el tiempo de la novela. Una serie de temas circunscritos al CD Viva Galicia, de reciente creación, los cuales sonaron con maestría y solvencia artística: Santiago, Lela, No Pórtico da Gloria, Tuna Compostelana, La Alfonsina, Unha noite na eira do trigo, Os teus ollos, Abajo Samoeiro y Foliada do Rueiro, hicieron las delicias de los aproximadamente 225 asistentes. Todo ello ornamentado con la participación de Suso Martínez, quien ataviado como el espectro troyano del documental, ejerció de Cicerone, explicando los pormenores y peculiaridades de las músicas, sus razones y características, amén de un sinfín de anécdotas y explicaciones históricas, interesantes, divertidas y amenas. Un personaje sencillamente genial, con una capacidad de generar expectación y crear una atmósfera mágica y envolvente, al alcance de muy pocos. Más propia de meigas, que de seres terrenales.

Recién acabado el concierto y tras el aplauso unánime de la animosa concurrencia se produjo el momento más entrañable de la velada, cuando Amancio Prada, a instancias de Benigno Amor, no solo interpretó una canción exquisita:” Nasin cand´as prantas nasen, no mes das froles nasin…”sino también dedicó al grupo unas elogiosas y sentidas palabras, regalándonos el piropo de un genio, al apostillar que de los numerosos actos a los que había asistido en la madrileña Casa de Galicia, éste era el que más le había conseguido emocionar, el que más había disfrutado, amén de alabar la sonoridad y armonía de voces e instrumentos.
A petición del público, acabó el concierto con un bis donde se interpretó Fonseca. Contando con la colaboración de todos aquellos de entre los asistentes que fuesen portadores de la beca de alguna tuna, quienes fueron invitados a compartir escenario para cantar la última canción.
Con posterioridad al evento, Troyanos de Compostela se desplazó a Casa Botín, el restaurante más antiguo del mundo (fundado en 1725), con el objeto de degustar una magnífica cena, donde llego el momento de departir y compartir confidencias con amigos y compañeros de otras tunas que asistieron al convite. Por si esto fuera poco, tuvo lugar la sorpresa de la aparición del mítico Parche de Botín, formado por un elenco de lo más granado y selecto de los tunos madrileños, quienes interpretaron aplaudidos temas. Para finalizar con la clásica “cantarela” gallega, todos juntos y en sana camaradería.
El fin de fiesta se trasladó al Mesón de la guitarra donde los Troyanos de Compostela pusieron el broche de oro a la jornada madrileña, cantando canciones regadas con algún que otro espirituoso( la ocasión lo merecía) hasta altas horas, que no intempestivas pues la peculiaridad del viaje relámpago hacían que 24 horas después de la salida de la compostelana calle de la Rosa, el mismo micro bus que los traslado a la villa y corte, los recogiese temprano para hacer el camino inverso, está vez en la castiza plaza de España.
El objetivo se había logrado. Troyanos de Compostela ejercieron de perfectos embajadores de su tierra, dejando el nombre de Santiago de Compostela y Galicia en lo más alto. Dando voz a un museo que de no contar con la agrupación musical, estaría mudo, para de este modo contar, cantar y declamar a los cuatro vientos, Viva Galicia…viva la tuna.
Para más información sobre el Museo Casa de la Troya y el grupo Troyanos de Compostela, visitar www.lacasadelatroya.gal.
ALEJANDRO LUIS OTERO JAMARDO