Al sur del ayuntamiento de Cabana de Bergantiños se encuentra el epicentro de la persoalidade de la ruta de las mámoas. También el comienzo de la andadura y como no, el lugar de la Piolla y una plantación de castaños visitada año tras año y que en este 2019 fue el origen de los pequeños hijos plantados en el Día del árbol. Bien había podido ser el espacio que los casi 40 caminantes, que se dieron cita en esta segunda andadura de la X PRIMAVERA EN RUTA, habían tenido de ejemplo del que debemos hacer con nuestro monte, pero no. Esta zona es una cómo tantas otras, representativa de la eucaliptización drástica. Los castaños son testigos solamente de actuaciones que por extensas no deben ser normales, más aún cuando se trata de localizarlas en un de los espacios de Bergantiños con mayor concentración de patrimonio. La zona alberga una concentración de unas 14 mámoas en un sorprendentemente pequeño espacio geográfico. Un campo de patrimonio megalítico excelente. Exquisito. Un área de estudio que se complementa de manera mágica con la aparición de petroglifos. Se trata de una zona de concentración de patrimonio inusual dentro de la ya abundante y rica geografía de la Costa da Morte. Apenas 4 se encuentran en estado medianamente pasable de conservación. El tremendo eucaliptal que cubre el valioso patrimonio fue allanado con las más pesadas máquinas. El destrozo es tan espectacular que, no por visitarla año a año deja de sorprender. Aún agrandarse. Es difícil recordar situaciones de este estilo en el ya bien agredido patrimonio de la Costa da Morte. Por supuesto, la autovía fue un excelente aliado en el destrozo.

En la orilla derecha de la 552 el patrimonio megalítico da paso al castreño del castro do Anido y también al pazo de Casanova. La heráldica de la imponente construcción civil no da paso a la iglesia parroquial de Nantón en un enclave hermoso, acogedor y armónico. Un emplazamiento ejemplo de la ubicación de las antiguas aldeas, entre el monte y las fincas más fértiles, en este caso, de la ya fértil comarca de Bergantiños. El paisaje escondido en el valle cerrado del arroyo del Rempenín va apareciendo poco a poco la medida que el grupo de participantes va sintiendo la melodía del arroyo saltarín. Un montón de gente heterogénea en cuanto a edad y origen comienza a hacer uso de la cámara de fotos en el ecuador de la andadura para inmortalizar los molinos del Abelán, la capilla de san Brais (dentro del castro de Folgoso) y el pozo d´Orca, ya después de la siempre entetida parada para reponer fuerzas.
Una de las tantas paradas de estas andainas. Sin duda la parada de convivencia, conocimiento y compañerismo. La última etapa nos llevó por caminos estrechos hasta la iglesia de Rioboo, la parroquia vecina, que conserva una joya por retablo barroco de la más exquisita fabricación. Y como cada año la torre de la Penela. Perdida. Asentada en el corazón del campo más reprsentativo de estas comarcas. Una construcción imponente que nos transporta en el tiempo y que de nuevo fue punto final de la actividad. Llegar a casa y descargar las miles de fotos. Contar las vivencias con las compañías. De cómo disfrutamos con el paisaje.